La vacunación de nuestras mascotas es parte fundamental de los cuidados preventivos y una buena excusa para que reciban un chequeo anual.
Las vacunas son un gran avance de la medicina en lo que hace prevención a muchas enfermedades virales que eran muy graves y casi imposibles de tratar, han sido casi erradicadas o su incidencia ha disminuido dramáticamente. Un ejemplo reciente es el parvovirus, que apareció por primera vez a principios de los 80. Los primeros casos que se presentaron eran cachorros que morían rápidamente sin que nada pudiera hacerse; incluso en aquel momento había una cepa que causaba una endocarditis fatal, que hoy raramente se ve. Con la aparición de la vacuna contra esta enfermedad, la cantidad de casos ha disminuido notablemente y son más comunes las gastroenteritis por cualquier otra causa.
El mecanismo de acción de las vacunas se basa en estimular el sistema de defensas del organismo. Cuando un virus penetra en el cuerpo, las células de defensa lo reconocen y crean anticuerpos específicos para atacar cualquier agente que contenga esa partícula que han detectado.
Cuando un cachorro toma leche materna recibe anticuerpos contra varias enfermedades, según el estado de las defensas de la madre. Estos se mantienen en la circulación del cachorro durante un tiempo y le sirven de protección, pero se van destruyendo y hacia los 45 días, en promedio, ya no son suficientes para prevenir contagios. Es a partir de esta edad que comienzan a aplicarse las primeras dosis de vacunas para suplir a los anticuerpos maternos, por lo que son necesarias varias dosis hasta conseguir un buen nivel de defensas y es importante destacar que el cachorro puede contagiarse durante este período, aunque ya haya recibido alguna dosis. Es por esto que el veterinario te recomienda que no saques a tu cachorro a la calle ni lo acerques a otros perros hasta que acabe su plan de vacunación completo.